Patricia - cubierta

Como una novela - portadaHace muchos años leí un libro que me impactó: Como una novela, del francés Daniel Pennac, y no sólo me gustó porque estimulara a leer como una actividad esencial en la vida, sino porque me reveló la importancia también de estar en el otro lado, el de aquel que lee pero que también escribe.

Desde hace más años de los que me acuerdo, me ha interesado mucho la escritura creativa; incluso realicé un curso presencial al borde del siglo pasado (literalmente, creo que fue en el 98 o en el 99), con una escritora sevillana relevante. En aquella época recuerdo que estaba enfrascado totalmente en interfaces de usuario con Visual C++ (qué tiempos!)

Y, desde entonces, he escrito, con mayor o menor regularidad, no sólo mi proyecto de El Libro Negro del Programador publicado hace tres años, sino retalos cortos, intentonas de novelas que no terminé, otras cosas que sí terminé pero que no me pareció de la calidad suficiente como para darlas a conocer, posts en El Blog Alternativo, etc. Hasta este año pasado en el que terminé y publiqué lo que considero mi primera novela publicable.

¿Y qué hace uno hablando sobre novelas en un blog de software más relacionado con mi actividad profesional del día a día?

Porque aunque no lo parezca, hay muchas simulitudes entre escribir software y escribir una novela, entre comenzar un proyecto software y asumir un proyecto literario con una metodología.

Si quieres saber todas las cosas que he descubierto al respecto en estos años, sigue leyendo.

Este primer proyecto literario es una novela con un argumento un poco romanticón, pero que tiene una trama de desarrollo personal importante así como su propia intriga y ritmo propios. Tiene de título "Patricia: una nueva relación que lo cambiará todo". Puedes ver más al respecto en la web literaria en la que trabajaré para todo lo relacionado con mi lado novelesco ;-) (www.gblanes.com)

Ejem... que hay autores a los que admiro mucho por su actividad profesional como Raimón Samsó y que además tienen algunas novelas de corte romántico (que, por cierto, es el género que mejor funciona comercialmente...).

Y entonces, ¿qué relación hay entre un proyecto software y un proyecto literario?

Estas son las similitudes que encontré y que sin ninguna duda me ayudaron a completar un proyecto de cerca de cuatrocientas páginas y realizado a base de micro tareas durante unos ocho meses.

  • En primer lugar, un libro no se escribe, se construye. Es un trabajo que tiene un proceso y, como siempre digo, es más importante el proceso que la tecnología a usar (o el texto a escribir). Cuando asumimos que algo se debe construir, nos damos cuenta de que ese algo tiene muchas partes independientes, que se pueden realizar a diferente ritmo.
  • Al igual que un proyecto software con una metodología basada en sprints y entregas y que necesita de una planificación (porque esto lo tienes claro, no?), un proyecto literario también se planifica. Lo siento si acabo de poner en duda tu concepción del escritor sentado en una buhardilla mientras ve por la ventana un paisaje bucólico y esperando una inspiración para plasmarla en una hoja en blanco. De ninún modo, como dice Joanna Penn (escritora independiente a la que sigo), "un libro es 5% inspiración y 95% trabajo duro y planificación". Créeme, es así.
  • Al igual que cuando escribimos código lo revisamos y aplicamos todas esas estrategias de refactoring, ocurre igual con un texto, un capítulo o sección: una vez escrito, se revisa en busca de typos, errores ortográficos, tipográficos o gramaticales, cuando no mejoras esta frase o eliminas algo para rehacerlo. Se dedica más tiempo a revisar y corregir que escribir. Esto siempre resulta sorprendente para quienes no conocen bien el trabajo de un escritor.
  • Se distingue entre avanzar y mejorar. Del mismo modo que nos centramos para cerrar una funcionalidad software (aunque después se refactorice y mejore), en una novela ocurre igual: hay una fase de escritura, que algunos autores aconsejan incluso que sea rápida para cerrar la sección o el capítulo cuanto antes, y otra fase muy distinta de revisión. Puesto que mucha gente comienza a escribir pero la mayoría no terminan el trabajo, hay quien sugiere terminar un borrador del texto lo antes posible, aunque tenga muchos fallos e incongruencias que después se pueden corregir. Aunque haga falta revisarlo, al menos tienes una primera versión y esto te anima mucho. Tiene sentido.
  • Como digo, los capítulos se revisan hasta la saciedad, y es sorprendente cómo después de varias vueltas, uno sigue encontrando detalles que mejorar (¿a que esto resuena en nuestras mentes de programadores?). Porque la igual que no hay ningún proyecto software perfecto, tampoco hay un libro perfecto, y nunca lo podrá haber, porque el ideal de perfección es demasiado subjetivo..., aunque sí hay otro tipo de elementos que se pueden medir (complejidad ciclomática / ritmo literario, tamaño de métodos / subtramas, etc.)
  • ¿Funciona el software? Quiero decir, respaldamos el código con pruebas unitarias, de integración, etc. ¿Y un libro? Pues igual, se plantean preguntas que el libro debe responder con éxito: ¿está bien descrito este personaje?, ¿no es demasiado pesada esa subtrama?, ¿es coherente a lo largo del libro la historia familiar de los protagonistas?, ¿se usan los tiempos verbales correctamente y de forma coherente? Es decir, tests, tests y tests.
  • Scrivener logoUn proyecto software se despliega, se publica, al igual que un libro, para lo que hay que compilar el texto para generarlo en formato pdf, epub o mobi junto con sus portadas, contraportadas, etc. (Nota: en la herramienta Scrivener, se incluye el concepto de "compilar" el texto, que no es más que generar el libro en el formado configurado y parametrizado. Dicho así parece sencillo, pero tiene un trabajo importante).
  • Y todo ello debe estar bajo el marco o paraguas de una metodología. En el caso del libro (al igual que hice con El Libro Negro del Programador), me creé mi propia metodología adaptada a la disponibilidad que tenía para escribir: división en tareas pequeñas, sesiones de una hora, definición de cada sección del texto (antes de empezar a escribir, me hice un guión con unas ochena secciones), etc.
  • Pruebas de validación: ¿para qué sirven si no los beta-readers? Le di el manuscrito a mi pareja y a una amiga cuando yo ya lo di por terminado (y, por supuesto, me indicaron bastantes mejoras).
  • Te documentas leyendo un montón de libros y blogs, como suelo hacer cada vez que me interesa una tecnología en particular.
  • Y mucho, muchísimo compromiso por alcanzar cada semana los hitos que yo mismo me planteaba (y que no siempre conseguía).

Cuando menos, interesante.

Por cierto, si planeas escribir un libro, no utilices Word, por favor, merece la pena gastarse unos eurillos en una herramienta como Scrivener.

Vivir con menos (Albert Cañigueral)Hace poco he terminado de leer este maravilloso libro de Albert Cañigueral y de título Vivir Mejor con Menos, descubre las ventajas de la nueva economía colaborativa y, como me ocurre a menudo, no puedo evitar poner gran parte de las cosas que leo en relación a mi actividad como desarrollor de software y gestor de proyectos. 

Por decirlo en pocas palabras, me siento entusiasmado por toda la información que ofrece Albert en su libro y por las enormes oportunidades que se están abriendo ya en este nuevo paradigma económico que sutilmente se está abriendo paso poco a poco. 

La economía compartida (o sharing economy), por definirla brevemente, consiste en mantener una relación distinta con los objetos que consumimos y usamos: pasamos de relacionarnos con ellos en forma de propiedad a considerarlos como un servicio de intercambio, de ahí lo de consumo colaborativo.

Los paralelismos entre este concepto y Saas, Paas y Iaas (software / plataforma / infraestructura como servicio) son evidentes. De hecho, uno de los productos que comercializamos en la compañía para la que trabajo se ofrece como servicio con suscripciones periódicas y lo más sorprendente es que todos los clientes usan esta modalidad. No compran el producto, sino que pagan periódicamente por su uso.

Cuando se habla de economía compartida a uno se le viene a la cabeza Bla Bla Car o Airbnb (plataformas muy populares en mi país); no obstante, eso es sólo la punta del iceberg; lo más interesante de todo es que es una renovación de viejas formas de organización, quizá ancestrales, pero que con Internet como palanca su efecto es infinitamente mayor. Cuando hablamos de Internet, lo hacemos de software...

Gracias a infinidad de iniciativas que se están poniendo en marcha y todas a través de portales y aplicaciones móviles, se están desplegando todas las posibilidades de organizar una economía menos centrada en el hiperconsumo y más en la colaboración y la confianza entre los individuos. 

Quien piense que carreteras llenas de vehículos con un único conductor, por poner un ejemplo llamativo, es un futuro sostenible para nosotros y nuestros hijos, va por mal camino. Cambiar de un paradigma económico a otro ni sucede en dos días y además ocurre casi de manera imperceptible con tiempos en los que se solapan ambos para llegar a darnos cuenta de que en una o dos décadas hacemos las cosas de otra manera.

Para ello la economía no cambia porque sí, sino que lo hace porque antes ha cambiado la mentalidad de las personas.

Todo esto, como digo, lo están posibilitando infinidad de sitios en Internet como forma de comunicación básica, ¿cómo si no? Vemos cómo el trabajo de muchos desarrolladores, por tanto, no es sólo escribir software, también existe una responsabilidad ya que a través de esos desarrollos cambiamos la forma en que la gente se relaciona y también cómo puede evolucionar la economía. Aunque parezca grandilocuente, es así.

En ocasiones digo eso de que es un magnífico momento, quizá el mejor, para ser desarrollador profesional porque parte de la economía se está moviendo hacia lo digital. Sin embargo Albert en su libro indica que no queda ahí, sino que también la misma tecnología está modificando cómo nos movemos, relacionamos, consumimos y, en definitiva, está modificando la economía tradicional, el cambio es por tanto, recíproco. Apasionante. 

Tal y como afirma Albert, todo ello se está produciendo por la existencia de Internet, su uso masivo, la cultura digital, la omnipresencia de la tecnología y también por la crisis económica (que fomenta en las personas la necesidad de buscar alternativas que no dependan directamente de consumir con dinero).

La economía compartida es mucho más que poder compartir los gastos de coche en tus desplazamientos habituales, además:

  • Couchsurfing: conseguir alojamiento basado en la confianza entre individuos y tu reputación en la red. 
  • Carcharing y carpooling: no sólo compartes trayectos (como conductor o pasajero), también puedes ofrecer tu propio coche para que lo usen otros mientras a ti no te hace falta.
  • Alojamiento y alquiler de espacios entre particulares: ofrecer alojamiento a terceros en tu propia casa y tú mismo conseguir alojamiento gratis o de pago, siempre entre particulres y basado en la confianza. Esto incluye también el intercambio de tu propia casa con la de otro particular.
  • Coworking: ¿por qué no compartir los espacios de las oficinas entre distintas empresas o freelancers, reduciendo costes y además posibilitando el networking entre ellos?
  • Finanzas participativas como el crowdfunding (apoyo a proyectos) y el crowdlending (préstamos entre particulares), especialmente importante en aquellos países donde la crisis económica ha supuesto una enorme restricción en el acceso al crédito... Esto también incluye inciativas de ahorro colectivo.
  • Intercambio de divisas entre particulares, quitándote de enmedio al agente bancario con sus comisiones.
  • Monedas sociales virtuales, siendo el bitcoin como la más conocida aunque hay otras.
  • Bancos de tiempo: no hace falta comprar el servicio de alguien, puedes intercambiar lo que todas las personas tienen, que es ¡el tiempo!. Así le ayudas a tu vecino un día en algo y él a ti en otra ocasión, por poner un ejemplo.
  • Mercados de segunda mano: a mí por lo menos, me remuerde la conciencia cuando tengo que tirar algo que aún podría usar alguien pero que yo no necesito. Al revés también, ¿por qué no adquirir algo que necesitas y que necesariamente no tiene por qué ser nuevo? Reducimos así la fabricación continua de productos y los reutilizamos más antes de tirarlos a la basura.
  • Grupos de consumidores, compras colectivas, venta directa entre productor y consumidor y un larguísimo etcétera.

¿Ejemplos? Hay cientos y muchos con carácter local, por poner algunos en los que me he interesado especialmente: Comunitae y Lendico (para préstamos colaborativos), Home for Exchange (para el intercambio de casas entre particulares), BlaBlaCar y Carpooling (para compartir coche), Social Car (para alquier de coches entre particulares), Goteo, Verkami, Kickstarter e Indiegogo (para la búsqueda de financiación en proyectos), Puddle y TuTanda (como plataformas para el ahorro colectivo), Transferwise (para el intercambio de divisas entre particulares) y muchos más.

¿Alguien puede pensar que todas esas plataformas son sólo una prueba de concepto? Ni mucho menos, son realmente la cara visible de un nuevo paradigma con el que consumimos y compartimos de otra forma.

Yo creo que este movimiento, si es que se puede llamar así, no tiene marcha atrás y que es ahora cuando se están dando los primeros pasos. Con sus luces y sus sombras, lo que sí está claro es que una economía basada en el crecimiento ilimitado del PIB en un mundo cuyos recursos son finitos y donde el individualismo exacerbado vacía las farmacias de ansiolíticos y antidepresivos, este emergente paradigma económico no basado en el dinero exclusivamente y en la acumulación de bienes, sino en el intercambio y en el uso de esos bienes, nos acerca un poco más a esa idea de dejar el mundo algo mejor que como nos lo encontramos. No es idealista, es una realidad que poco a poco está cambiando cómo nos relacionamos y ahora cómo consumimos. Sí, estoy firmemente convencido de que el software (y nuestro trabajo) se puede poner al servicio de causas de ese tipo dándole mayor sentido a nuestro día a día.

¿Y a mí qué, si yo como desarrollador hago lo que me encargan?, podría pensar cualquiera. Sin embargo, este tipo de portales e inciativas que aspiran a cambiar la forma en nos relacionamos e intercambiamos bienes y servicios, implican conocer ciertas tecnologías para su desarrollo e igualmente introduce un componente social en los productos, por poner un ejemplo:

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